La Mujer...

jueves, 7 de agosto de 2008

6 de Agosto


Tal día como este 6 de agosto hace 96 años, nació en el pueblo de Carayaca una bella mujer llamada Angelina Gonzalez Aquino. Llenando de luz y alegría a su bella familia. Creció y como todas en esa época, comenzó muy tempranito a formar un hogar conjuntamente con Horacio Enrique Párraga Brouzees. De esa unión nacieron 12 hijos, 7 hembras y 5 varones, aunque casi podrían haber sido 19 los retoños de esta familia. Así nació la estirpe de los Párraga González. Caraqueños de la época. Familia fundada con valores católicos, reafirmados por siempre por los rezos de esta mujer, mi abuelita, que en el devenir de sus días a visto nacer, crecer y morir a su familia. Hoy a 96 años de su nacimiento, se mantiene firme... Cada día, cada año ha sido una bendición. Cada enseñanza de su vida. Cada experiencia llevada y compartida ha sido una bendición. Cada amor entregado y recibido es una bendición. Los errores que como humana ha cometido y los tropiezos la han fortalecido, dándole siempre el empuje para seguir. Y para apoyar con su bella presencia a todos los que formamos parte de este conjunto familiar. Hoy eres la matrona que encabeza este familión que cuenta con tantos y tantos hijos, nietos, bisnietos, tataranietos y hasta hijos de éstos... Entonces los Párraga se ligaron a los Mendez, Albella, Otero, Ayala, Vera, Garcia, Gamboa, Rodríguez, Gómez y tantos otros... Imagino abuelita bella, que jamás pensaste que la vida te iba a dar la oportunidad de ver el desarrollo de la historia y formar parte de esa historia. Ser el pilar fundamental de giro de toda una tropa de seres humanos que te tenemos a ti como vínculo común. Quizá abuelita bella, algunos de nosotros no hayamos valorado esta gran oportunidad que nos ha dado la vida. De contar con un ser tan especial y tan sensible como tú. Te recuerdo cantando, tocando instrumentos musicales, dando pinceladas preciosas a tus cuadros de pintura ingenua, derramando sobre propios y extraños un caudal de enseñanza que pocos podrán contar en sus vidas. Verte ayer tan feliz, compartiendo con los muy pocos que tuvimos esa oportunidad, fue revitalizarme y sentir pena por las veces que no le he dado valor a tu existencia. Es como no dársela a la mia propia. Ver el brillo chispeante de esos ojos que tienen tanta vida y vitalidad, vibrar a la llegada del Mariachi. Nos dio impulso para seguir adelante sin quejarnos. Mi hijo, ese que tan pocos veces has tenido la oportunidad de tocar, de quien has seguido sus pasos por mis decires, creció internamente mucho al poder tener la dicha de compartir ese momento irrepetible de tu presencia. Por eso dios te bendice y los tuyos, cada uno de nosotros te bendecimos. Y damos gracias por la gran dicha de tenerte. Te deseo muchos años más llenos de felicidad, por ese potencial hereditario que nos has legado. Tus genes nos harán fuertes y valiosos para garantizar con evidencia cierta que somos tu descendencia. Gracias por existir abuelita bella.
Tu nieta y bisnieto,
Irma y Juan Manuel